
Durante siglos, la producción de viviendas se ha apoyado en un conjunto muy limitado de configuraciones espaciales, un comportamiento que finalmente parece no responder a las necesidades actuales de los usuarios. A ello se suma la escasez generalizada de vivienda asequible, el aumento de personas que viven solas y el envejecimiento de la población nos han obligado a reevaluar nuestros principales modelos de vivienda para proponer soluciones habitacionales que respondan mejor a la realidad humana de las ciudades. Con eso en mente, a continuación exploramos algunos de los modelos contemporáneos de vivienda colectiva que buscan reinterpretar el concepto de vivienda para adaptarse mejor a los estilos de vida actuales.
La falta de vivienda asequible en los principales centros urbanos de nuestras ciudades es uno de los mayores retos a los que se han enfrentado arquitectos y urbanistas en las últimas décadas. En este sentido, muchas ciudades del mundo están desarrollando nuevos proyectos con el fin de promover la producción de vivienda y, en consecuencia, la oferta de vivienda asequible. En el Reino Unido, el Programa de viviendas asequibles se concibió con el objetivo de construir 82.000 nuevas viviendas para 2023, mientras que Ámsterdam apunta a construir 52.500 nuevas unidades para finales de 2025. Dadas estas cifras, es importante reconsiderar cómo y para quiénes se están construyendo estas nuevas “ciudades”.
En su mayor parte, la producción de viviendas continúa abasteciendo a la familia nuclear. Sin embargo, el número de hogares unipersonales ha aumentado constantemente en todo el mundo desde la década de 1960. En Estados Unidos, casi el 30% de la población vive sola, y en toda la Unión Europea, alrededor de un tercio de los hogares están compuestos por adultos solteros, con este número cercano al 50% en los países del norte de Europa. Teniendo en cuenta esta realidad, es imperativo que reconsideremos las tipologías de vivienda y la forma en que construimos nuestras viviendas.
