Vista aérea del Beta Building en Honduras. Imagen Cortesía de Taller ACÁ
Comprender el gradiente de temperatura en un edificio es esencial en climas fríos o templados, donde se utilizan cerramientos herméticos y aislamiento continuo para prevenir la pérdida de calor. Sin embargo, este enfoque no es adecuado para áreas tropicales como América Central, donde el clima se caracteriza por una alternancia constante entre temporadas húmedas y secas en lugar de cuatro distintas. Factores como la proximidad al mar, la elevación y la topografía local influyen en los microclimas a lo largo de distancias cortas, pero la alta humedad sigue siendo un desafío común. Las paredes selladas, herméticas y sin ventilación pueden convertirse rápidamente en criaderos de moho, lo que hace que las estrategias térmicas convencionales sean problemáticas. En respuesta, los diseñadores locales han desarrollado enfoques alternativos que abrazan, en lugar de resistir, el entorno exterior, permitiendo el flujo de aire y la evaporación para gestionar el confort interior.
La sostenibilidad en la arquitectura a menudo se enmarca como un desafío universal, llevando a soluciones estandarizadas que priorizan la eficiencia sobre el contexto. Sin embargo, la arquitectura está inherentemente ligada a su entorno: los edificios interactúan con el clima, la topografía y la historia cultural de maneras que exigen especificidad. En lugar de depender de listas de verificación de sostenibilidad estandarizadas, ¿cómo puede la arquitectura abrazar soluciones específicas para cada sitio? Esta conversación está profundamente conectada al concepto de Genius Loci, o el espíritu de un lugar, introducido por Christian Norberg-Schulz y abrazado por arquitectos/as que abogan por diseños que resuenen con su entorno. Sugiere que la arquitectura no debe imponerse sobre un sitio, sino más bien emerger de él, informada por sus materiales, clima y significado cultural. Esta filosofía desafía la aplicación generalizada de tecnologías sostenibles genéricas, proponiendo en cambio que la sostenibilidad debe estar inherentemente ligada a la ubicación en la que opera.
Acorn Glade Passive House. Imagen Cortesía de Tom Bassett-Dilley Architects
Cuando abordamos los problemas más amplios del mundo (como la emergencia climática, la crisis energética y la escasez de viviendas), a menudo buscamos soluciones radicales y grandiosas que puedan abordarlos todos a la vez. Por muy atractivas que puedan ser estas ideas, eventualmente se topan con las miles de complejidades e interconexiones que presenta nuestro mundo. Pero ¿y si buscamos soluciones más descentralizadas y domésticas? La firma Tom Bassett-Dilley Architects, con sede en Chicago, ha estado persiguiendo precisamente esto, enfocándose en diseño sustentable, proyectos libres de carbono y energéticamente eficientes para residencias, edificios históricos, instituciones y proyectos comerciales. En su Manifiesto: The New American Dwelling, sostienen que la vivienda unifamiliar, que alguna vez fue el gran sueño americano, debe redefinirse para enfatizar el minimalismo, la eficiencia, la salud, la conexión con la naturaleza, la durabilidad y la bondad personal, alejándose de las prácticas derrochadoras, artificiales y tóxicas. Hablamos con Tom Bassett-Dilley, FAIA, CPHC, LFA y fundador de la firma, sobre algunos aspectos de su trabajo.
Un muro Trombe es una característica pasiva de los edificios solares que mejora la eficiencia térmica. Posicionado en el lado que recibe el sol de una estructura, consiste en un muro hecho de materiales como ladrillo, piedra o concreto, y un panel de vidrio o lámina de policarbonato colocado a unos centímetros de distancia. La radiación solar penetra el vidrio durante las horas del día y calienta el muro de albañilería. Este muro luego libera lentamente el calor almacenado en el edificio durante las horas más frescas de la noche, manteniendo una temperatura interior más consistente sin necesidad de sistemas de calefacción activos.
https://www.archdaily.cl/cl/1017644/calefaccion-sostenible-4-proyectos-con-muros-trombe-que-mejoran-la-eficiencia-termicaClara Ott
Cuando se menciona la palabra "trópico", la imagen que comúnmente nos viene a la mente es la de un lugar exótico, siempre cálido y húmedo, sujeto a fuertes y constantes lluvias que lavan el suelo y hacen crecer descontroladamente la vegetación. Impulsado por una idealización, a lo largo de la historia, este clima tropical ha sido sinónimo de paraíso y al mismo tiempo ha sido acusado de formar personas débiles por ser demasiado indulgentes.
Afortunadamente, estos juicios y asociaciones han quedado en el pasado, dando paso a proyectos teóricos y prácticos que enumeran los pros y contras de vivir en una región de clima tropical, reconociendo las diferentes estrategias aplicadas para favorecer la adaptabilidad humana en medio de estas peculiares características climáticas.
El papel principal de la arquitectura es crear estructuras que nos protejan del medio ambiente y, a su vez, espacios seguros y cómodos para todo tipo de necesidades y actividades. Al proporcionar refugio, la arquitectura también moldea la forma en que las personas interactúan con su entorno. Sin embargo, las tecnologías de construcción del pasado rara vez lograron crear una separación completa entre nosotros y el mundo exterior.
Si bien la impermeabilidad era un resultado deseado, los materiales de construcción porosos disponibles siempre permitían que algo de agua, viento o partículas externas se filtraran a los espacios interiores. Por el contrario, las tecnologías modernas ahora permiten envolventes de edificios casi completamente impermeables, generando una separación completa entre el interior y el exterior, y confiando así en sistemas de ingeniería para regular la temperatura, el flujo de aire o la humedad. Este artículo explora las diferencias entre estos dos enfoques contrastantes, indagando cómo se equipan las fachadas de los edificios para regular el confort interior y su impacto ambiental.
La fachada de un edificio a menudo sirve como reflejo tanto del tejido urbano en el que se encuentra como de lo que hay detrás de él. Más allá de la estética, las fachadas tienen un importante significado funcional, cultural y sostenible, especialmente en relación con el diseño de interiores. Aunque la fachada influye en la luz natural, las vistas y la organización espacial, los arquitectos y arquitectas han dado prioridad a la relación entre la envolvente del edificio y la calidad del interior, teniendo en cuenta los cambios culturales, económicos y ambientales actuales que influyen en la forma en que las personas diseñan su espacio de vida. Entonces, para responder a estas necesidades y hábitos en constante cambio, junto con el enfoque en el bienestar general, los arquitectos/as compensan la fachada y el techo (y, en algunos casos particulares, los pisos) para crear interiores dentro de interiores; envolventes secundarias que protegen el espacio interior del ambiente exterior.
Como un material altamente transparente que resiste todas las condiciones climáticas excepto las más extremas, se le puede dar fácilmente cualquier tamaño o forma y, una vez constituido, durará miles de años. El vidrio sigue siendo uno de los materiales más innovadores y cruciales utilizados en la arquitectura. Aunque las prácticas de construcción contemporáneas nos permiten formar enormes y relucientes rascacielos de vidrio que se elevan cientos de metros en el aire, el propósito original de este antiguo material (permitir la entrada de luz en interiores seguros y herméticos) continua siendo el más importante más de mil años después.
Por muy valioso que sea el vidrio para casi todos los tipos de arquitectura en forma de ventanas, cuando se trata del techo de un edificio, su uso no es tan simple. Hemos comprendido el poder y el peligro de combinar luz y vidrio desde que vimos una lupa utilizada para concentrar el calor de la luz solar en temperaturas increíblemente altas en los dibujos animados infantiles. Bajo una cubierta de vidrio, la ganancia solar puede generar ambientes internos incómodos sin las precauciones de protección adecuadas.
The Mysk Al Badayer Retreat in the desert outside Dubai, United Arab Emirates. Image Courtesy of Mysk Al Badayer Retreat
Ubicados en algunos de los paisajes desérticos más aislados del Medio Oriente, estos hoteles-campamento en el desierto ofrecen una forma de conectarse con su entorno a través de la experiencia solitaria de un paisaje abierto y expansivo.
Al ignorar el tipo de intervenciones estructurales que podrían alterar sus paisajes históricos y a menudo culturalmente relevantes, los proyectos posicionan técnicas tradicionales y locales junto con interiores de lujo de alta gama.
¿Cómo es posible reducir el consumo energético de nuestras viviendas? ¿Qué estrategias a nivel proyectual, material y/o tecnológico pueden desarrollarse para lograr el confort interior y a la vez combatir la crisis climática? Si bien alcanzar la eficiencia energética depende, entre otros factores, del estado de las viviendas, existen diversas estrategias en torno a la implementación de energías renovables, tecnologías de climatización y demás que se pueden aplicar teniendo en cuenta las políticas gubernamentales, leyes, regulaciones y normas de cada región en particular.
Entre paneles y conferencias de Clara Camarasa, Nicola Borregaard, Laura Chapa, Paola Valencia, Iván Osuna, Juan Carlos Vega, Angélica Ospina y Diego Velandia, se fueron decantando cinco aprendizajes principales que funcionan como lecciones: desde generar más relevancia y cálculos energéticos hasta el desarrollo de la industria de la madera - y de las certificaciones.
El mundo acaba de presenciar los meses más calurosos de la historia registrada, y las perspectivas están lejos de ser optimistas. Las temperaturas en aumento están generando una mayor demanda de refrigeración, lo que amenaza con desencadenar un ciclo vicioso de mayor consumo de electricidad y emisiones de carbono. En un planeta que enfrenta simultáneamente una urbanización sin precedentes y una crisis climática, la intersección entre la eficiencia energética de los edificios y las tecnologías de refrigeración nunca ha sido más crucial.
Un entorno árido se refiere a regiones específicas caracterizadas por una grave falta de agua disponible y condiciones extremadamente secas. Más específicamente, las regiones áridas por definición reciben menos de 25 centímetros de lluvia al año. En la inmensa vastedad de los ambientes áridos, donde los climas extremos presentan desafíos significativos, el papel del agua en la arquitectura adquiere una nueva dimensión.
Durante siglos, arquitectos y diseñadores que tratan con paisajes desérticos severos y la necesidad vital del agua han inventado técnicas, tecnologías y nuevas estructuras. Además, se han creado muchos enfoques creativos para aprovechar, recolectar y enfriar agua en ambientes áridos.
MVRDV y GRAS anunciaron la finalización de cinco de los siete edificios del Proyecto Gomila en Palma de Mallorca, España. El conjunto residencial estaba compuesto originalmente por cuatro edificios existentes, a los que se han sumado tres nuevos para un total de 60 viviendas nuevas y nuevos espacios comerciales. El proyecto se alinea con la renovación del barrio histórico "El Terreno" como un sitio residencial vibrante y sostenible, hogar de clubes nocturnos bohemios que acogieron a músicos icónicos como Jimi Hendrix, Ray Charles y Tom Jones.
A diferencia del aire, la temperatura del subsuelo varía muy poco durante el año o según la posición geográfica. Unos pocos metros por debajo de la superficie, la temperatura del suelo oscila entre 10 y 21 °C (50 y 70 °F), según la región. Excavando más profundo, la temperatura aumenta entre 20 y 40 grados centígrados por km, alcanzando el núcleo de la Tierra, que se acerca a los 5000 °C. De hecho, pensar en cómo habitamos una esfera que orbita el espacio con un centro resplandeciente puede resultar angustiante para algunos. Sin embargo, puede ser útil saber que usar la energía de formación de la Tierra para generar electricidad es una forma sostenible y eficiente que ya es común en algunos países. Al mismo tiempo, también podemos aprovechar la temperatura suave que se encuentra a pocos metros bajo tierra para climatizar los edificios, ya sea en climas cálidos o fríos.
La política de Carbono Cero tiene como objetivo crear una especie de equilibrio ecológico para neutralizar la emisión de gases de efecto invernadero. Varios estudios reportan que el sector de la construcción civil es uno de los principales responsables del desequilibrio en el que nos encontramos actualmente, al fin y al cabo consume recursos naturales a escala gigantesca y sigue construyendo edificaciones que no colaboran con el mantenimiento del medio ambiente. Por lo tanto, buscar caminos hacia una arquitectura neutra en carbono se ha vuelto fundamental y uno de ellos es aprender de los maestros del pasado, como el arquitecto brasileño João Filgueiras Lima, conocido como Lelé.
Por revolucionaria que pueda parecer la industria de la construcción hoy en día, actualmente es responsable de casi el 40% de las emisiones de dióxido de carbono del mundo, el 11% de las cuales son el resultado de la fabricación de materiales de construcción como el acero, el cemento y el vidrio. Unos años más tarde, después de una pandemia global que trajo cambios rutinarios y evidencia indiscutible del cambio climático, las emisiones de CO₂ siguen aumentando y alcanzaron un máximo histórico en 2020, según el Informe sobre el estado mundial de los edificios y la construcción de 2020. Si bien se ha avanzado mucho a través de la tecnología, las estrategias y conceptos de diseño y los procesos de construcción, todavía queda un largo camino por recorrer para reducir las emisiones de carbono al mínimo o casi a cero en el desarrollo de entornos construidos.
Cortesía de Museo Cooperativo de la ciudad de Eldorado
El contexto global de crisis energética y ecológica ha hecho que, desde hace varios años, estos temas se empiecen a hacer eco en varias disciplinas. La arquitectura no ha quedado al margen de ello. Es entonces cuando aparece el interrogante acerca de qué aportan nuestros edificios para contribuir en la mitigación de estos problemas. En este contexto, invadieron la escena global de producción arquitectónica edificios que atienden al problema con una alta dependencia tecnológica. Con el objetivo de atender los problemas del ambiente hay quienes olvidaron que la arquitectura puede asumirlos en una respuesta sintética, a través del entendimiento del lugar y la manipulación de la forma, la materia y la energía.